
Por razones que no vienen a cuento, los hermanos de la Orden Berenita nos hemos visto en la necesidad de abandonar las tierras pirenaicas donde nos habíamos establecido en un principio y en donde habíamos iniciado las labores inherentes a nuestra misión monástica. Por designios de Dios y del Santísimo Beren Erchamion, vinimos finalmente a recalar en las costas de Cornwall, al sur de Inglaterra, donde los campesinos nos recibieron con desconfianza al inicio pero terminaron por aceptarnos e incluso hoy colaboran activamente con nuestra comunidad.
El alcalde de Cornwall, con la ayuda de los notables de la comarca, se ha encargado de refaccionar el viejo castillo y nos lo ha cedido para que funcione como sede gubernamental de nuestros feudos. En verdad ha sido un ofrecimiento providencial, pues los hermanos de la Orden carecíamos hasta el momento del más mínimo cobertizo donde realizar nuestras actividades y cubrir nuestras vergüenzas. El Castillo de Cornwall es una edificación rústica y antigua pero sirve perfectamente a los fines de nuestra congregación, alejada de lujos y pretenciones terrenales.
En compensación (y con la ayuda de los hermanos Olegario de Greiz y Hubert de Nordhausen), he tratado de administrar las nuevas tierras que nos fueron encomendadas con la mayor pericia a mi alcance. Destáquese que no tengo experiencia en las lides del gobierno y he cometido algunos errores que (por gracia del Cielo y su Santidad Beren) ya están en vías de resolución. Luego de casi dos años de gestión, las nuevas cosechas son aguardadas con expectativa, pero según los informes de Fray Olegario (encargado directo de las cuestiones financieras) las reservas de los feudos a nuestro cargo se hallan en excelente situación (la mayoría en amarillo) y ya podemos contar con magníficas celebraciones a lo largo y ancho de nuestros dominios. En esta oportunidad tendremos la posibilidad de ser indulgentes respecto de las usanzas locales, que no se han desembarazado en absoluto de las antiquísimas tradiciones druídicas. Supongo que en tanto no haya un Papa que rija nuestros procederes deberemos actuar según nuestra propia conciencia y la mía no ve nada de pecaminoso en la expresión de felicidad propia de las gentes simples. Quiera el Altísimo que el futuro Santo Padre comparta nuestra filosofía. ¿Será acaso nuestro bienamado y Gran Caballero de la Orden, Fray Estaquironte, quien finalmente asuma el cargo vacante de Su Santidad? Sabe Dios que así lo deseo.
En tanto, hemos iniciado la construcción del edificio donde ha de funcionar el Monasterio de Markiv y su Biblioteca que, hoy por hoy, solo es una entelequia diseminada en varios recintos oscuros y húmedos de nuestro castillo. Pero tememos que las condiciones poco adecuadas terminen por arruinar los pergaminos en los que hemos copiado los extensos documentos con los que contamos hasta el momento. Se hace así imprescindible contar con un edificio idóneo donde los mismos estén resguardados para beneficio de la Comunidad Guaranpina en su totalidad. Gracias al Todopoderoso y a la mediación de nuestro Santo Patrono, el día de la inauguración del Monasterio ya está cerca. Los pobladores han colaborado arduamente, aportando su trabajo y su oro para la construcción del edificio y los maestros albañiles y carpinteros han prestado su asesoramiento en forma gratuita. De todos modos, tal empresa ha necesitado ingentes inversiones que en ningún caso han de considerarse un gasto, puesto que sirve para engrandecimiento de la cultura y de la Fe.
Por iniciativa de Fray Hubert (de los nuestros quizá el más "mundano" de los monjes berenitas), estamos analizando la posibilidad de realizar algún festejo de magnitudes al que seguramente habremos de invitar a todo Guaranpis. Estad atentos a la llegada de nuestros heraldos monacales.
Que la Luz del Todopoderoso y del Santísimo Beren Erchamion ilumine por siempre vuestras rutas.
Fray Belisario de Markiv, Gran Maestre de la Orden Berenita.
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