Luxila de regreso al hogar

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17 de Junio del año 1051 d.C.

EN EL PRINCIPAL DE UNA QUERIDA AMIGA: 09 de Diciembre del año 1050 d.C.

¡Rediez! Ñññññññññññññññññññ…… ¡uf! Pfff, pfff, pfff… ¡Por las barbas de todos los profetas, la lira de David y el templo de Salomón! ¡Ya no quepo en mis ropas de viaje! Ññññññññ… umf. ¿Por qué sorprenderme? Tras pasar un año y medio tremendamente placentero asentada en el Hall de la Cerveza de mi querida amiga Chamán, rodeada por otros cinco amantes de la buena vida, invitados como yo de su generosidad sin límites, no podía ser de otro modo. El aire de la montaña (y las batallas de bolas de nieve) han devuelto el color a mi rostro y la alegría a mi mente. Las múltiples cacerías y carreras han endurecido mi cuerpo, todavía fino pero ahora más fuerte y resistente. Las orgías han discapacitado por un tiempo mis ideas, pero a veces es sano tener la mente en blanco. Sobre todo cuando se trata de escapar de las atenciones demasiado… presurosas… digamos… de algunos de los borr… digoooooo… presentes. En cuanto a los ríos de vino, cerveza y enomel y a las cantidades ingentes de viandas, legumbres, verduras y panes varios que hemos engullido, les debo probablemente la reciente redondez de mi persona. Mejor así. A mi fiel escolta, también algo más consistente y musculosa tras pescar y confraternizar con los Vikingos del fiordo vecino, y a mí, nos esperan duros meses de viaje de vuelta a mi hogar, al igual que el reemprender de los deberes cotidianos. Va a ser duro, muy duro, volver a casa. ¡Quién lo hubiera dicho!
Lo más difícil sin duda va a ser dejar la biblioteca del castillo sin llevarme ni tan siquiera un librejo, un pergamino, un papiro… La tentación es grande, pero no voy a hacerle eso a una amiga. (¿No? ¡Luxila, que no! Ooooooh, vaaaale…) He copiado cuanto he podido de los mapas marítimos y terrestres que abundan en sus cofres y estanterías y me han permitido fijar el rumbo de mi próximo destino. Primero, a ordenar las cuentas en casa. Luego… ¡a visitar a los Sajones! Su cultura es tan parecida a la de los Normandos, quitando que muchos de ellos son Cristianos y han dejado de lado a sus fieros dioses mandados por Wodan, que no me sentiré extraña pese a mis sedas, mis velos y mis joyas orientales. ¡La vida es tan corta para conocerlo todo!
Ññññññññ… un último intento que se salda de nuevo por un fracaso y un roto en mis pantalones de cuero. Tras rebuscar en mis propias pertenencias, visto al fin una cómoda túnica de lana local, obsequio de un Jarl a quien le canté todo mi repertorio Judío (la moneda de oro fue debidamente gastada al día siguiente en remedios contra la laringitis aguda). Añado un abrigo de piel de oso, cazado meses atrás por mi capitán de la guardia, y unas botas espesas hechas a mi medida por los magníficos artesanos del castillo. Es hora de partir. Oigo el relinchar de los caballos que se impacientan, esperando el momento de marchar. Bajo las escaleras, echando una última mirada, nostálgica y llena de amor, a cada detalle de las estancias y de las salas del Hall. Quiero recordar cada tapiz, cada alfombra, cada mesa y candelabro, cada vaso y cada cuchillo, su lugar exacto, sus mangos labrados con exquisitas representaciones zoomórficas, sus colores y posición. Quiero recordar para siempre la enorme felicidad que me embriagó en cuanto entré y no me ha dejado desde entonces. Hall de la Cerveza, yo te nombro Hall del Sanar.
Abro los pestantes de la pesada puerta y bajo los últimos peldaños de la entrada. Levanto los ojos para mirar mi comitiva, dispuesta en la plaza en su orden de marcha, y veo… ¡válgame Noé!
Ahí están los cinco, esperándome para un último brindis. Nuestra querida anfitriona ha traído mi vino preferido, y cada unos de los huéspedes tiende su mano para darme una copa rebosante de líquido carmesí. Escojo una al azar, y respiro el delicioso aroma afrutado con delectación. ¡Qué delicia!
- Hay una tradición entre los Sajones, a quienes sé que visitarás en cuanto tengas ocasión, dice la chamán con su voz dulce y musical.
Levanta su copa hacia al cielo, y me saluda con una exclamación:
- ¡Waës Haël! Bebo a tu salud.
¡Aha! No creerá que no conozco la respuesta, ¿verdad? No tras deleitarme con sus libros. Saludo a todos los presentes con un gesto amplio:
- Drink Haël. Bebo a la tuya.
Entrecruzo los brazos para beber con cada uno de mis amigos, por lo que necesito ayuda para subir sobre mi mula de viaje. Alguien me pone las riendas entre las manos, y las aso convulsivamente. Hips… la euforia también embriaga, dicen. Menuda resaca me espera.
Por fin, la comitiva se pone en marcha. Y mientras pasamos entre dos filas de curiosos, tanto mis soldados como esas personas queridas a las que dejo atrás y yo, entonamos una atronadora canción para beber. Sajona, claro está. ¡Albricias! Por primera vez desde Candía, creo percibir un buen augurio.
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Tappster, Dryngker
fylle another ale,
Anonn have I do.
God sende us good sale.
Avale the stake, avale,
here is good ale y'founde.
Drynke to me and y to the,
and lette the cuppe goe rounde.



Tendero, bebedor,
Llena otra jarra de cerveza,
Como acabo de hacer yo.
Dios nos envía buen comercio.
Sírvete de esas monedas, sírvete.
Me parece que he aquí una buena cerveza.
Bebe por mí y yo por ti
Y deja que la copa circule [entre los bebedores].


[Off rol: me declaro aquí culpable de dos tremendos anacronismos, pero la canción me gusta bastante y quería usarla. El brindis aparece tal cual en el “Ivanhoe” de Walter Scott. La canción fue compuesta hacia 1450 por un autor anónimo y está escrita en inglés Medio (c1100-c1500). La traducción es aproximada.]




Un olvido de Imara.

19 de Junio del año 1051 d.C.

La chamán se queda observando, juntos a los otros 4 amigos que aún mantienen sus copas en alto, cómo Luxila se aleja del castillo. Por alguna etílica razón, el caballo de Luxila camina en zig zag...

De pronto recuerda - Diablos!.. el cofre!.. LUXILA!! - grita - el cofre!!...- resopla- peor qué tonta he sido... no le entregué el cofre que le guardaba como obsequio.-

- Qué cofre? - le pregunta un Rey bárbaro ahí presente.

- Pues es un cofre lleno de mapas terrestres y marítimos y algunos antiguos libros que revelan increíbles y buenísimas historias de estas tierras... - suspira - qué lástima.. Supuse que podrían interesarle, tal vez no.




Otra simpática respuesta de Sisinilda de Asgard.

22 de Junio del año 1051 d.C.

Mi querida Luxila de Avignon: ¿os lamentáis de anacronismos futuristas picto-escoceses? En verdad que los ojillos se me han quedado del revés debido al sinuoso trazado de los renglones... ¿por ventura no os facilitaron un pergamino como Odín manda, con sus renglones bien trazados con el punzón? Claro que... con las arrobas de tintorro que lleváis en ese cuerpo serrano, lo extraño es que pudiérais siquiera escribir una letra: lleváis encima no sólo un modelito nórdico que tira de espaldas, sino también una tajada de órdago a la grande, a la chica, a pares y a tó. Y esto os hace más grande aún, porque si ciega de vino como váis sois capaz de dejarnos esa preciosidad de mensaje... ¿qué no haríais en estado sobrio, tras la ingesta de varias arrobas de aspirinas y bloodymarys?

Vaya camino os espera, subida en cuadrúpedo y zarandeada por esos caminos de Odín, la cabeza como un melón hirviente y la boca igualica que un papel de lija del 20...

Por cierto, os veo muy poco fashion con esa pinta que me lleváis: andad con ojo, porque para mí que en estos momentos sois la viva estampa de un oso y por allí rondan los cazadores... Venid a mi castillo, os atizaré unos cuantos toneles de zumo de tomate con guindillas rabiosas y os proveeré de unas vestiduras más acordes con vuestro rango: en mis arcas reposan unos cuantos tangas de esparto que os sentarán divinamente, y mi colección de pololos fosforito es famosa en muchas millas a la redonda.

Vestida por mí, daréis el golpe (o más bien os lo darán)...

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