Luxila y los mosquitos del Norte

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BIRKA: 22 de Agosto del año 1048 d.C.

Cuando la nieve no cubre las tierras del Norte, lo hacen nubes enteras de mosquitos. Paf, paf, paf… el ritmo que acompaña mis pasos es del chasqueo de mis manos al dar contra diferentes parte de mi cuerpo. Mis brazos, mis piernas, mi rostro. ¿Cómo harán esos malditos, picantes, asquerosos y escurridizos insectos para pasar debajo de mi velo? Chof, chof, chof… mis delicadas zapatillas de raso bordado de perlas hace tiempo que han perdido su lustre en los múltiples charcos, lagos y riachuelos que corren entre las mugrientas chozas de Birka. Por enésima vez, me pregunto qué me ha traído a este sitio tan repelente. Por centésima vez, recuerdo… he de vender mis joyas cerca del hogar de una querida amiga a la que visitaré luego. Birka es la ciudad más cercana, si es que esta aglomeración merece ser nombrada de tal forma. Así pues, hasta aquí me han traído mis pasos.
Un grito de sorpresa seguido de un ruido metálico algo sordo. Vaya, otro de mis guardias ha vuelto a resbalar. Con un suspiro, el resto de la comitiva se detiene mientras el capitán y algún que otro camarada compasivo acude a levantar al hombre espatarrado por el suelo con los brazos y las piernas en cruz. Otra vez, echo una mirada de reproche al jefe de mi destacamento, quien me la devuelve de tal modo y con cara de pocos amigos. Sí, ya sé que les dije que llevaran armadura. ¡Pero sólo a caballo! Un jinete vestido de la cabeza a los pies con hierro es temible, pero sobre adoquines mojados es más vulnerable que un títere de tela. No sé si terminaremos llegando algún día al puerto, donde me aguarda uno de mis intendentes, quien me trae las últimas noticias de casa.
Cae el atardecer cuando por fin logramos divisar los muelles y las blancas velas de un barco mercader Normando. Mi intendente espera pacientemente en el dique de madera con varios rollos de papiro en la mano y sentado sobre un cofre lleno de pertenencias que le he pedido. Necesitaré ropa cuando vaya al castillo de mi amiga a pasar un tiempo. ¿Cuánto? Lo ignoro, pero no se me ha puesto fecha de partida y sé que su amistad es también ilimitada. Me lo pasaré bien sin duda, pero de momento necesito esas noticias.
Mi intendente habla largo y tendido, terminando por relatarme cómo he estado a punto de perderlo todo otra vez. De repente, dejo de oírle. En su lugar, recuerdo una vieja cabaña en medio de un bosque negro y pavoroso en el que una joven chamán salmodiaba una maldición al encuentro de quienes intentaban forzar su puerta. Mis guardias y yo habíamos intervenido a tiempo, pero las fuerzas despertadas por la letanía se habían desatado, impidiéndonos seguir nuestro camino durante días. Pensando en que me están expropiando de nuevo, la ira se levanta a su vez en mi interior, mi ser canta la maldición, la energía fluye por mis venas y se acumula lista para salir y golpear a quien ose…
- Afortunadamente, todo está arreglado, y puedes quedarte donde estás, con el beneplácito y la bendición de todos tus vecinos, mi Ama.
¡Menudo alivio! No tendré que volver a exiliarme por tercera vez. Pero… ¡la maldición! Ha sido lanzada y necesita un objetivo. ¡Rápido, que se me escapa!

Cuando la nieve no cubre las tierras del Norte, lo hacen nubes enteras de mosquitos.
Debidamente muertos.


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TUULI (El viento)
Tuulen Ukko tuulen Akka tuulen kaikki ristikansa
Miestä mustoa rukoilen suuren tuulen nostajaksi
Suuren tuulen nostajaksi sään rajun rakentajaksi
Kisko teiltä tervaskannot rannoilta rämäkät männyt
Tuopa taita tammen latvat rutaise rutisen raajan
Nouse tuuli tuulemahan vihkurit vetelemään
Nouse tuuli tuulemahan ilmarinta riehkimään
Nouse tuuli tuulemahan vihkurit vetelemään
Tuule tuuli kuusi vuotta seuro seitsemän kesää
Saata koski kuohumahan vesi vanha vellomaan
Itse kuoho kosken lailla sekä valtona vallitse
Miestä mustoa rukoilen suuren tuulen nostajaksi
Suuren tuulen nostajaksi sään rajun rakentajaksi


Rey del viento, reina del viento, tejedores de todos los vientos.
Dirijo una plegaria a la oscuridad: que se levante un fuerte viento.
Que se levante un fuerte viento, una salvaje tempestad, libre y atronadora.
Arranca pedazos de alquitrán del camino, arranaca los altos pinos de la orilla.
Rompe las copas de los grandes robles, aplasta sus robustas raíces.
Álzate, poderoso viento, resoplando en silbante tempestad.
Álzate, poderoso viento, soplad, pulmones del aire salvaje.
Álzate poderoso viento, resoplando en silbante tempestad.
Corre, viento, muchos años, brama durante siete veranos.
Surgen rápidos que bajan como torrentes, aguas antiguas que corren velozmente.
Los torbellinos bajan como rápidos reinando incontenibles sobre los páramos.
Dirijo una plegaria a la oscuridad: que se levante un fuerte viento.
Que se levante un fuerte viento, una salvaje tempestad, libre y atronadora.
Álzate, poderoso viento, soplad, pulmones del aire salvaje.


[Off rol: letra tradicional escandinava recogida por el grupo fino-sueco Hedningarna y parte de su tercer álbum “Trä”; letra y traducción copiadas de http://www.telefonica.net/web2/dli/hedningarna/hltra.htm#tuuli]




Simpática respuesta de Sisinilda de Asgard

11 de Febrero del año 1051 d.C.

¡Ooooooooooooh, mi querida Luxila de Avignon! ¡Qué alegrón fusio-musical me habéis dado, por Odín! ¡Conocéis al grupo juglaresco Hedvindarna (o Hedvingarna, que ya no recuerdo bien)! He aquí alguien a quien leo siempre con sumo placer y sin la frecuencia deseada. Sois maestra, mi señora, sois maestra en estas lides e incluso a horas tan deshonestas como la presente (6:42 reales) degusto con fruición vuestras palabras mientras intento abrir un ojo merced a esa extraña pócima traída por los vikingos de tierras aún no oficialmente descubiertas, llamada café.

Y ya que andamos tañendo y soplando a todo soplar instrumentos musicales, ¿por ventura conocéis a otros juglares venidos de tierras aún más septentrionales que dícense llamarse Vartinäa (y no me reprochéis la diéresis, que maldito si sé ande pijo se pone)?

Os ofrezco mi castillo para reponer fuerzas. A sus pieses las ranas croan con alegría y los somormujos pían... nnno, no pían; ejém... balan... nnno, tampoco balan... (Sisi, jamía, estás fatal)... mmm... bueno: somurmujean festivamente. Y en los establos vuestras tropas hallarán arrobas y arrobas de Sidol para dejar esas armaduras en estado de revista, brillantes y refulgentes hasta el punto de que habréis de colocaros anteojos de sol para inspeccionarlas.

Por cierto: una vez les halléis repuestos del peazo viaje que se acaban de trasegar... ¿podríais ordenar a los más cachas que se pasen por mi dormitorio? Es que las leyes de la provincia les obligan a pasar por mi ITV... jejejeje... (Sisi... ¡te vas a poner morada!)

Incluso Haaaaaaaaarald, mi gato de compañía, con gusto tomará vuestro regazo como lugar preferido para roncar a pata suelta, pues su instinto le dirá que no puede haber lugar mejor para sentirse querido.

En cuanto a los mosquitos, os agradecería infinito que los aplastáseis con cuidado y cierto mimo: al leerle a mis ranas vuestro mensaje los ojos se les han saltado de las órbitas aún más (si cabe) y se han escuchado frecuentes "¡¡¡Aaaaaaaaah, slurrpppppppsssss, aaaaaaaaaah!!!" de lujuria: ahí es ná: toda la cosecha para ellas...

A vuestros pieses, reina de la pluma.


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