27 de Junio del año 1060 d.C.
Estaba Wotan sentado a la puerta de aquél molino de las tierras de Xara, cuándo un caballo partió al galope con un mensajero. Ludovico miraba el mensaje que acababa de llegarle, con alguna noticia de los vasallos de su primo. Después sirviéndose un poco de agua que le ofrecía la molinera, se aproximó.
-¿Qué han escrito?
-Nada. Son noticias de nuestras tierras, creo que nos necesitan en ellas – observó un rato en silencio a Wotan, cuyos claros ojos se perdían en el horizonte -. Pero pareces ocupado en mirar el sur.
-Discúlpame…- realmente estaba suplicando, en su voz no había mofa alguna.
-Hace un tiempo leí unos cánticos en un monasterio; quizás os viniesen bien en esta ocasión.
-Si no es música profana no me interesa.
- Es…profano…trata de la vieja diosa de la Fortuna y bien podías ser tú quién la entonase – aclaró su voz y comenzó a cantar bajo la mirada de Wotan -.
O Fortunavelut lunastatu variabilis,semper crescisaut decrescis;vita detestabilisnunc obduratet tunc curatludo mentis aciem,egestatem,potestatemdissolvit ut glaciem.Sors immaniset inanis,rota tu volubilis,status malus,vana salussemper dissolubilis,obumbrataet velatamichi quoque niteris;nunc per ludumdorsum nudumfero tui sceleris.Sors salutiset virtutismichi nunc contraria,est affectuset defectussemper in angaria.Hac in horasine moracorde pulsum tangite;quod per sortemsternit fortem,mecum omnes plangite!
- Cuándo terminó ya le observaban varios caballeros de la Guardia de Wotan.
-No sabía que tenías tan buena voz. ¿Pero sabes el mayor problema del cántico?
-Pues no veo ninguno, la canción refleja muy bien vuestra situación. Aunque también la de todo el mundo – afirmó extrañado Ludovico -. Profano o no…es un tema muy bueno.
-Pues el problema es que aunque seas muy buen cantor, yo no tengo ni la más remota idea de latín.
WOTAN TELAMÓNIDA

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